martes, 27 de diciembre de 2011

Ojos de papel...


Me miras con tus ojos. Los que dejaron de ver hace tanto tiempo."Estás ahí, sonriéndome", me dices… “Pero yo ya me fui. Lejos”, Y yo Te miro con mis ojos. Los que no soportan la ausencia de los tuyos…Sin embargo, en su mente rondaba aun aquel momento que lo observo con los ojos cerrados, el olor a piel, la respiración entrecortada y ese sonido que solo me recuerda a ti, Cuando tu mirada me rodeaba, ardiente , hiriente , cálida y sin suelo, sin suelo y sin esmero arriesgándose a dar todo por primera vez y hoy huyendo , retornando , adicto a unos ojos , amante del terror enfrascado del soslayo que me empapa de ternura que recuerda que eres del viento y debo dejarte ir. Y yo aquí sentado con tu cajita de música que escucho para no perder la costumbre, ¿el qué? … respirar… y besarte, el no dejar de pensar en ti, pero quiero que me beses hasta que te olvides que lo estás haciendo. Le decía él, en aquella puerta de aquel cuarto que abundaba el amor donde se perdían entre amor, lujuria y pasión, donde el tiempo se detenía en un abrir y cerrar de ojos, el cómplice era el mar, es el único que los vio juntos y prometió que se llevaría el secreto hasta el fondo de ella y con ese secreto se lo llevo a él. Porque el viento siempre supo que no deberían estar juntos , pero el placer de lo prohibido los inundo de locura, y los envolvió en un sueño, que sería más que eso, pero hoy llego la hora de despertar , y ver donde estamos por más que yo desee que haya un contigo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

El piano tintineaba, Mi ansiedad lo acompañaba.


Uno era ciego, no se percató de la mirada, de modo que el otro tuvo que fingir. Así empezó el juego del amor para ambos, sin embargo, Desde la primera mirada el destino supo que la arcilla de ellos dos no había sido moldeada para estar juntos. Y se arrepintió de haber permitido que ambos se miraran.
El en su mundo tenía una casa. En su casa una habitación. En su habitación una cómoda. Sobre su cómoda un reloj de cuerda, una fotografía desgastada, unos cuantos libros desperdigados y su cuerpo malgastado.
El otro corría deambularte por la vida, soñaba constantemente y su vida solo era teñida de un color y los libros, los que acompañaban sus noches. La fotografía, la que acurrucaba a sus recuerdos. El reloj, el que nunca mostraba la hora. Y Su cuerpo, el del corazón de cobre, tuercas y bujías.
Tuercas, bujías y cobre con el que fabricó su nuevo corazón. Dos corazones, uno antiguo y otro nuevo. El antiguo transformado en regalo para el modelo de la fotografía, el que firmaba con dedicatorias todos los libros, el que daba cuerda al reloj. El reloj que ya no anda. No hay tiempo para hacer girar la manilla, hay que dar cuerda al corazón. Al nuevo. El que tuvo que fabricarse por el regalo no devuelto. Por la desaparición.
Nunca regalaré nada más, decía, pero hizo un segundo regalo. El segundo regalo, su corazón de cobre, bujías y tuercas. Corazón construido, muerte construida. Segundo regalo, segunda fotografía, segundas dedicatorias. Y no se despidió, ninguno de los dos miró al otro. Pero ambos sabían que el otro lo miraba. Eran dos. Fueron dos. Son dos.