martes, 22 de julio de 2008

Solia


Solía sentarme en tu cama a esperar. A esperar. Nada más que a eso. Solía mirar la ventana. Soñando, quizá, que regresarías. Solían caerme las lágrimas, en perfecto contraste, a lo que mi sonrisa quería demostrar. Solía refugiarme entre tus sábanas, que aún conservaban el perfume amargo del dolor de quererte. Cada espacio de tu habitación, cada recóndito espacio de esa habitación en especial, me hacía recordar infinitos momentos. Que hoy quisiera poder olvidar. Cada objeto que ahí guardabas, por pequeño que sea, hacía brotar una lágrima en mí. Cada cosa era tan tuya, era tan vos. ¡Cómo te extrañaba! No lo podía evitar. Solía aferrarme a tu almohada, solía creer, tal vez, que ella eras vos. Solía leer las cartas que yo misma escribía, cada uno de los textos que te dedicaba; solía leerlos, sonreía, y luego, en silencio, me arrepentía. Solía abrir tu ropero, encontrarme con millones de intentos de olvido. Solía mirarme en aquel espejo, y tu reflejo aún seguía ahí. Solía mirar el álbum de fotos, que habías dejado en algún cajón, olvidado del escritorio, tenuemente iluminado. Solía buscar en aquel mismo escritorio, las siglas de nuestros nombres, y un corazón atravesado por una flecha; solía recordarme que nuestro amor algún día, por lejano que fuera, sí existió. Solía buscar en mi mente, cada una de esas imágenes grabadas; de memoria me las acordaba. Solía, dibujar en mi mente sentimientos que hoy no podría reconocer. Solía buscar alguna pista, alguna pista que me dijera dónde te podía encontrar. Solía llorar sola. A solas con mi soledad. Solía esperar que en ese momento, como un príncipe de cuentos, me fueras a rescatar. Solía soñar. Soñar que los cuentos, se podrían volver realidad. Solía... ya no.

despues de aquella charla tal vez solian ser solo rebolcones pero ya no....

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